Salem Center
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Re: Salem Center
- Dominic:
- Tras una larga y agtada carrera conseguí llegar a Salem center, y alli me quede por precaución. La primera vez que el mutante y yo nos encontramos, fue en la ciudad, así que imaginé que no sería prudente volver allí, a sabiendas de que ahi va a buscarme primero. Mucho menos considerando la posibilidad de que estuviera siguiéndome la pista de alguna forma y terminar guiándole a la base militar. Aún no se de qué es capaz...
Camino pegado a los muros como si fuera un agente secreto espiano a alguien. Solo que no espio, más bien me cercioro de no ver ninguna cara conocida de las que ahora me puedan estar buscando.
Respiro agitado, intentando refrescar mi garganta seca y entumecida con un buche de saliva. No puedo evitar preguntarme qué pasó con las personas a las que toqué... Parecía que solo el contacto de mis dedos era efectivo para sacarlos de combate, pero ¿qué repercusones tendrá en ellos lo que sea que hice?
Miro mis manos. Sigue sin parecerme que haya algo extraño en ellas... ¿Qué está pasándome?
Me deslizo de espalda a la pared hasta que mi trasero encuentra descanso sobre el piso. No soy un mutante... No puedo serlo. Si lo fuera ¿no debería ser yo mismo capaz de saber que algo va mal conmigo? Como cuando eres mudo, sordo, o paraplejico.
Y entonces la respuesta llega a mi de golpe. Un mudo, un sordo, o un paraplejico no saben que lo son si nacen con ello, porque es lo natural para ellos no poder hablar, oír o moverse... Hasta que se ven enfrentados a un mundo en donde lo que es natural para ellos, no lo es para los demás. El momento en que su mundo y el de alguen más chocan. Lo que me sucedió a mí. ¿Cómo podía saber que era un mutante si mis poderes funcionan sólo en contacto con otros mutantes y jamás había estado frente a uno? Pero no acabo de comprenderlo ¿cual exactamente es mi poder? ¿repelerlos? Eso fue lo que hice en la mansión... No. La chica en el laboratorio de Sveta... ¿anularlos? ¿es ese mi poder?
Suspiro derrotado. Si ese es mi poder mutante, es una mierda. Es una mierda ahora mismo. ¿De qué me sirve tener habilidades sobrenaturales si no puedo protegerme con ellas?
Gruño contra mis manos cuando me las llevo al rostro... Pero... sí pude protegerme con ellas ¿o no? Si no lo hubiese hecho... no estarí aquí ahora. Seguro, no puedo detener una bala, ni esquivarla, ni desaparecer frente a ella. Pero puede defenderme de mutantes. Estuve en una mansión llena de mutantes, con cuatro cazándome a la vez... y no tuveron oportunida contra mí.
Ese sentimiento me llena por unos instantes. Hasta que e razonamiento vuelve a mi cabeza y la sacudo de un lado a otro. No hay forma de que yo sea un mutante. Solo debe haber algo muy, muy raro conmigo... Me pongo de pie para empezar a caminar y resolver qué hacer. Respiro y mi aliento forma una nube frente a mi rostro, y cuando salgo de las sombras el calor del sol me entibia los brazos...
Me quedo perplejo... No tengo frío, y no sopla el viento. Diría que de hecho hace un poco de calor... Entonces ¿por qué mi aliento se ha evaporado frente a mi rostro?
Respiro profundamente otra vez, pero esta vez no puedo ver nada... ¿Ha sido mi imaginación? Escucho una ligera risa y volteo inmediatamente, sólo para descubrir a un muchachito de piel oscura y unos once años mirándome, pegado a la pared y tambaleándose sobre sus talones con las manos tras su espalda en ademán juguetón.
—Oye... ¡tú...! —antes que diga nada, el chico sal corriendo, e instintivamente lo persigo— ¡oye! ¡por qué me estabas espiando! ¡¡oye!! —le grito y él solo ríe. Corre a una velocidad impresionante. Dobla en la esquina del edificio y yo me meto por un callejón sin que me vea y lo salvo a zancadas para ver si tengo suerte y le encuentro al otro lado.
Tal y como lo había adivinado, el chico aparece al otro lado y estoy a unos cuantos pasos de él.
—¡HEY! —le grito y cuando se da cuenta de que estoy por alcanzarlo, ocurre algo increíble. Desaparecen sus piernas. En una nube de vapor. Pestañeo sin comprender qué ocurre, y sus brazos son los siguientes en desaparecer, hasta que su cabeza se desvanece también y frente a mi rostro sólo hay una nube de humo que empieza a desvanecerse. Un tropezón me hace salir volando en la dirección y levanto las manos frente al rostro por reflejo. Mi cuerpo atravieza la cortina de humo y caigo de lleno al piso.
—¿Pero qué demonios...? —me quejo. La cotina de humo ha desaparecido. Pero entonces, cuando me muevo, percibo otro cuerpo debajo del mío y me levanto, alarmado. Allí, debajo de mi, está el chiquillo, quien me observa con los ojos muy abiertos, como si estuviera completamente aterrorizado— Lo... lo siento... —murmuro, saliendo de encima de él— ¿Estás bien?
No entiendo... el muchahco habia desaparecido. ¿Estoy viendo cosas? A nuestro alrededor ya no hay humo.
El chiquillo sale de debajo mío y empieza a retroceder sin dejar de observarme perplejo. Entonces observa sus manos, las gira frente a su rostro y empieza a respirar agitadamente.
—Niño... ¿te he hecho daño? —vuelvo a preguntar. Y entonces el muchacho da un gritito de espanto al tiempo que las manos le temblan, y sale corriendo perdiéndose en otra esquina. El golpe me ha dejado las rodillas tan adoloridas que no soy capaz de seguirlo...
Así que me deja preguntandome que acaba de suceder. ¿Es que las situaciones inexplicables no se van a acabar nunca?
LaurieCay- Mensajes : 48
Fecha de inscripción : 12/06/2016
Re: Salem Center
- Vita:
Aunque falta mucho para la noche y para que Ashon regrese, no puedo evitar preocuparme por él. Es solo un chco y está solo en una misión peligrosa. Esas personas de la mansión ¿son peligrosas? ¿por qué ni Seed ni el profesor fueron capaces de ir, pero enviaron a Ashon? Por sus habilidades es obvio que es el único que puede entrar, pero... Si es tan dificil entrar, la razón debe ser que los forasteros no son muy bienvenidos dentro.
Me paseo por la habitación nerviosamente. Seed dijo que no hace falta que haga nada mas... pero es increíblemente fastidioso estar todo el día entre cuatro paredes mientras un chico corre peligro. Miro ansiosamente por la ventana en la tonta espera de verlo aparecer aún cuando se que no regresará hasta muchas horas más.
Un golpeteo en la puerta me hace saltar tan bruscamente que me doy en la cabeza contra el marco de la ventana y me giro rápidamente:
—¿Seed? —llamo. Aunque se que no puede ser él, pues no he abandonado la ventana y su auto no ha aparcido en ningún momento. Me desplazo insegura por la habitación hasta llegar a la puerta.
—¿Seed, eres tú? —llamo otra vez, empezando a ipacientarme. Pero nadie responde y empiezo a sentirme realmente ansiosa. ¿Alguien nos ha encontrado?
Me quito el guante y lo guardo en mi bolsillo, preparando las uñas, y sintiendo como se acumula la ponzoña debajo de mi lengua, escapándose de mi boca en la forma de un fino halito violaceo, el mismo que tiñe ahora las yemas de mis dedos. Estoy lista para defenderme y abro la puerta. Pero no hay nadie frente a mi. Hasta que percibo una figura pequeña por mi visión periférica y tengo que bajar la vista para ver a la persona que toca.
—Ashon... —murmuro, temiendo equivocarme. Arrojo inconscientemente una mirada por la ventana del cuarto y luego al chico frente a mi— ¿Por qué has entrado por la puerta? ¿Qué sucede?
Veo que está encogido sobre sí mismo y cuando levanta la vista hacia mi, sus grandes ojos negros centellean bajo una fina película de humedad que se desborda de las esquinas de sus ojos en forma de lágrimas cuando pestañea. Un nudo se me atora en la garganta cuando pienso en la peor posibilidad:
—¿Te hicieron daño? —chillo, escandalizada.
En ese instante, el muchachito se precipita dentro y abraza mis piernas, dejándome clavada en mi sitio sin saber qué hacer. Un súbito instinto me empuja a ponerle una mano sobre la cabeza pero no puedo hacerlo, por temor a transmitirle mi toque toxico. Ni siquiera me atreo a hacerlo con mi mano enguantada.
—Ashon ¡hablame, dime qué ocurrió! ¡¿por qué no entraste por la ventana?!
—No pude... —masculla en un sollozo. Pero no le entiendo.
—¿A qué te refieres?
—No pude. No puedo hacerlo; mis poderes... ya no puedo utilizarlos.
LaurieCay- Mensajes : 48
Fecha de inscripción : 12/06/2016
Re: Salem Center
- Vita:
El tono constante de la linea telefónica, después de marcar el número de Seed, empieza a ponerme inquieta y me hace tamborilear los dedos sobre la mesa. Ashon se ha recluido a sí mismo a un rincón, sin hablar y sin mirarme. Está completamente aterrorizado y puedo entenderlo. Estaba acostumbrado a desvanecerse en el aire, viajar grandes distancias, estar en muchos sitios a la vez, pasar a través de cualquier sitio... y ahora está confinado a una sola forma. Está vulnerable, y se que él lo sabe.
Por otro lado, no puedo dejar de pensar en el hombre al que mencionó. Aquel quien tras tocarlo le quitó sus poderes. ¿Esto es permanente? Si así lo fuera, Ashon estaría completamente devastado... pero significaría que eso es posible. Que un mutante puede convertirse en un humano normal... que yo podría ser un humano normal. Ese pensamiento hace que se me congele la sangre en las venas. Si todavía está por ahí, hemos de encontrarlo. Para que le devuelva a Ashon sus poderes... y averiguar si acaso cabe la posibilidad de que pueda curarme.
Seed responde por fin. Su voz se oye apenada:
—Lo siento, tenía un par de cosas que...
—Tienes que venir rápido —le digo sin darle tiempo a explicarle y le escucho barbotear algo que no alcanzo a comprender, hasta que pregunta agitadamente:
—¿Por qué? ¿estás bien? ¿le ha ocurrido algo a Ashon?
—Si... digo...
—¿Qué pasó? —su voz se oye repentinamente seria. Temo que esté conduciendo y que la preocupación le haga distraerse y provocar un accidente.
—Escúchame. Ashon está bien, él solo... es difícil de explicar. Debes venir. Por favor que sea rápido.
—Voy en camino.
Si el tono de llamada en espera me estaba destrozando los nervios, la visión del segundero girando sobre sí mismo en el reloj de la pared está haciendo que el jugo estomacal me suba cada tanto por la garganta.
—Ashon... —intento llamar al muchachito, y aquel se limita a mirarme con los ojos llorosos. Deseo tanto ir con él y abrazarle; acariciarle la cabeza; besarle la frente u asegurarle que todo está bien... Y no puedo hacerlo. Si tan solo existiera una forma... si ese hombre pudiera curar mi condición...
El golpe en la puerta me hace saltar y cuando me precipito a abrir, Ashon se endereza sobre la cama y se pone de pie. Seed no tiene tiempo de preguntar por él antes de que Ashon se le lance a los brazos y aquel me arroje una mirada confusa sin entender.
—Seed, Ashon ha perdido sus poderes.
—¿Qué?... —masculla sin dar crédito a lo que oye, con los ojos en rendijas.
Le invito a entrar y se sienta a la mesa. Yo le imito sentándome a los pies de la cama. Ashon le repite la historia que anteriormente me contó a mí, el hombre que con solo tocarlo le devolvió a su forma humana y el hecho de que no ha podido sublimarse otra vez desde entonces.
—Es imposible —es todo lo que le alcanzo a oír murmurar al tiempo que se lleva los dedos al mentón en afán cavilante. Se pone de pronto de pie y camina hacia la puerta.
—Seed ¿a donde vas? —le llamo.
—A buscarle. No ha podido irse de Salem tan pronto. Lo traeré aquí y resolveremos esto. Tendrá que responder un par de preguntas.
—Espera. Voy contigo —le digo, ajustándome la máscara al rostro.
—No. Debes quedarte con Ashon.
—No puedo dejarte ir sólo; ese sujeto puede ser peligroso.
—Precisamente —me dice, adelantándome con un par de zancadas; pero consigo sacarle de nuevo ventaja y me pongo de espalda a la puerta, frente a él de forma obstinada:
—Lo que es más... —dudo antes de hablar. No se de qué modo vaya a tomarse esto— Si esa persona puede curar el gen mutante... significa que puede curarme.
—Vita... —masculla Seed, mirándome asombrado.
—Si soy una persona corriente, ya no les serviría a Whisper ni a ti de ninguna utilidad. Nuestros caminos probablemente se separasen... —le digo, sintiendo una puntada de dolor al pensar en eso. Tener que olvidarme de Seed y de Ashon...— Pero necesito saber si existe la manera.
Seed me observa por unos instantes y baja la vista:
—Ashon —dice de pronto— ¿Te molesta caminar un poco?
El muchachito se limpia las lágrimas y llega junto a nosotros:
—Soy más lento de ese modo.
—Mientras puedan seguirme el paso es suficiente. Vamos.
Me tranquiliza su comprensión y el hecho de que haya accedido y salgo en compañía de ellos, cerrando la puerta. Pero entonces, el miedo vuelve a invadir mis sentidos cuando Seed se detiene junto a mí, y me susurra al oído:
—Lo que acabas de decirme... Bajo ningún concepto se lo digas a Whisper.
Le miro sin comprender. Parece serio y siento escalofríos.
—¿Por qué?
Seed parece renuente a explicarme. Parece debatirse un momento y finalment,e tras un suspiro, admite:
—Aunque no te agraden tus poderes, tu gen mutante encierra un gran potencial destructivo. Se que no te va a gustar oír esto, pero estás hecha para luchar. En otras palabras, resultas valiosa para la causa de Whisper. Y si existiera la posibilidad de curarte y renunciar a tus poderes... él se aseguraría de que jamás puedas tomar esa opción.
Mis iniciales ansias se desvanecen y dan paso a la inseguridad. La primera vez que vi a Whisper, pensé en un padre cariñoso que se preocupaba de los mutantes a su alrededor como si se tratara de un montón de huérfanos a los que protegía desinteresadamente... ¿Es posible que me haya equivocado y cometido un terrible error al venir aquí?
LaurieCay- Mensajes : 48
Fecha de inscripción : 12/06/2016
Re: Salem Center
ESTACIÓN DE TREN
- Seed:
- Conduzco rápidamente desde el hostal hasta la estación de tren, con Vita sentada en el asiento del copiloto, totalmente callada, y Ashon sollozando en el asiento trasero. No puedo evitar lanzar miradas preocupadas tanto a la uno como al otro. Esta situación nos ha pillado totalmente de improvisto. Desconozco quién ha podido hacer algo así, pero desde luego, es alguien a quien merece la pena investigar. O capturar. Pero, lo más importante de todo, hacer que Ashon recupere su don.
Aparco de mala manera ocupando dos huecos. Que se lleve el coche la grúa ahora mismo es el menor de mis problemas. Bajo y echo a andar a paso rápido hacia la estación sin siquiera molestarme en cerrar el coche, seguido de Vita y Ashon. A ella la oigo caminar deprisa, y el niño prácticamente tiene que correr para poder seguirme el paso. En cualquier otra situación, no los apresuraría tanto, en especial a Ashon. Sé que lo está pasando mal, pero no puedo arriesgarme a que el tipo que lo ha dejado en este estado escape. Nuestra única esperanza es que no haya venido en coche y coja el tren de vuelta. Entramos en la estación y me dirijo rápidamente hacia las pantallas que muestran las salidas. El próximo tren a Nueva York sale dentro de ocho minutos. Echo a andar, rápido, haciendo esfuerzos por no echar a correr para continuar manteniendo un perfil bajo. Cuando llego a los tornos, me doy cuenta de que no tenemos billetes, pero no puedo pararme a comprar uno en las taquillas. Poso la mano sobre el lector de billetes y dejo que las pequeñas hebras de hiedra y las espinas cortantes frían los circuitos electrónicos. Unas pequeñas chispas brotan del lector, y luego se oye un ruido seco, señal de que el torno ha cedido. Me doy la vuelta para comprobar que Vita y Ashon siguen detrás de mí, y contemplo a la primera mirarme con la frente arrugada. Creo que, exceptuando aquel momento en el que le regalé la flor, nunca ha visto mi poder. Y realmente espero que nunca tenga oportunidad ver hasta dónde puede llegar.
Giro el torno y avanzamos hacia el andén.
El tren está parado en el andén, con las puertas abiertas, y la gente hace cola para subirse a él. Aprieto los labios. Nos quedamos sin tiempo. Me agacho junto a Ashon para quedar a su altura.
- Ashon, necesito que me ayudes.
El muchacho me mira con ojos grandes. Es impresionante cómo destacan sus ojos en su pequeño rostro moreno. Asiente enérgicamente.
- ¿Reconoces al hombre que te quitó tus poderes? ¿Lo ves en algún lugar de la fila?
El niño entrecierra los ojos para enfocar, y lo distingo escrutando todos y cada uno de los rostros de la fila. Al cabo de unos pocos segundos, lo oigo soltar una exclamación ahogada.
- ¿Ashon? - inquiere Vita, preocupada.
Pero el niño únicamente levanta el brazo y estira un pequeño y moreno dedo índice en dirección a la fila.
- Es ese – afirma. - El último de la fila.
Vuelvo a incorporarme y esta vez soy yo el que entrecierra los ojos para fijarme mejor en él: parece joven, no más de treinta años, cabello castaño claro y barba y bigote de tres días.
- Esperad aquí – les digo a Vita y Ashon.
Sin esperar contestación, avanzo hacia él, despacio, con un andar tranquilo, sin llamar la atención. El muchacho parece nervioso, como si la cola se moviera muy despacio. se golpea las puntas de los dedos con el billete de tren . Sin duda, está deseando largarse de Salem. Me pregunto quién será. No reconozco su rostro, por lo que no se trata de ningún profesor de la Mansión ni ninguno de los altos cargos de Freeman. La cola va avanzando, y poco separa ya al joven del interventor. Sigo con la mirada fija en él, avanzando hacia él sin detenerme. Tan solo nos separan unos pocos metros. Entonces, de golpe, la suya se fija en mí.
No me detengo, solo sigo avanzando, pero sé que sabe que voy a por él. No sé si ha reconocido a Ashon a mi espalda, pero si sale corriendo, se descubrirá. Y él también lo sabe.
Llego a su lado y me coloco detrás de él. Noto como tiembla de nerviosismo, incluso podría jurar que está sudando.
- Apartate de cola – le digo.
El muchacho finge no oírme, pero no dejo que eso me moleste. Sé que está intimidado.
- Sé que me estás oyendo, y también sé que sabes por qué estoy aquí. Si colaboras, nadie saldrá herido.
El muchacho sigue sin darse la vuelta, y en ese momento, el grupo de gente delante de él se mete dentro del tren, dejándolo frente al interventor. Sin perder tiempo, lo agarro con fuerza del brazo cuando le muestra su billete de tren al revisor, y el muchacho se gira en mi dirección casi al instante, levantando el otro brazo y empujándome con fuerza para zafarse de mi agarre.
- ¡Suéltame! - exclama.
Apenas tiene fuerza, por lo que su mano contra mi camisa empujándome hacia atrás apenas me mueve de mi sitio. Pero, entonces, siento una súbita sensación de debilidad me invade. Las piernas me fallan y caigo al suelo de rodillas, jadeando y soltando al tipo, que entra al tren sin perder tiempo.
Con la visión algo borrosa, levanto la mano, tratando de crear una enredadera que se enrosque a su talón e impida que se escape, pero nada sucede. Mis poderes nunca me habían fallado. ¿Qué acaba de suceder?
- Señor, ¿se encuentra bien? - es la voz del interventor.
No puedo responder, solo jadear, y observar impotente cómo las puertas del tren se cierran.
- Señor, el tren va a salir, apártese de las vías. ¿Puede caminar?
La voz del interventor me llega como si estuviera al otro lado de una pared. El tren suelta un silbido, y empieza a moverse.
- ¡Seed!
Distingo la voz de Vita, y enseguida la noto a mi lado, tomándome del brazo con sus manos enguantadas y ayudándome a levantarme.
- Seed, ¿estás bien?
- ¿Se lo ha hecho también, Señor Seed? - pregunta Ashon, entre preocupado y temeroso. - ¿Le ha robado los poderes?
Sacudo la cabeza, como si despertara de una especie de trance. La súbita debilidad que sentí cuando el hombre me tocó se desvanece con la misma velocidad con la que se aleja el tren en el que va nuestro enemigo. Siento cómo si me volvieran las fuerzas, y noto un cosquilleo que va desde las puntas de mis dedos y se extiende por todo mi cuerpo. Siento, literalmente, como mi poder regresa a mí. Me giro hacia el interventor, que nos contempla a los tres, con ojos interrogatorios.
- Si tienen billete, el próximo tren sale en quinc…
No le dejo terminar de hablar al interrumpirle dándole un fuerte golpe en la nuca que lo tumba en el suelo, inconsciente. Vita ahoga un grito, llevándose las manos a la boca. Ashon retrocede un par de pasos.
- ¿Por qué has hecho eso? - pregunta Vita.
- Para que no vea esto.
Dicho esto, de un salto, bajo a las vías del tren, extiendo los brazos a ambos lados de mi tronco, ligeramente curvados hacia arriba, con los dedos extendidos pero también algo curvados, como si fueran garras. Me concentro en el tren, en las vías, y poco tarda en desatarse el caos. La tierra empieza a temblar con violencia, haciendo que mis dos acompañantes caigan al suelo, pero yo mantengo el equilibrio sin ningún esfuerzo. Fijo mi vista en el tren, del que ya apenas se distinguen un par de luces rojas. Entonces, la tierra se abre delante de mí, y la grieta avanza rauda hacia el tren que se aleja. Lo persigue, lo persigue, y lo alcanza, y el tren descarrila.
Bajo las manos y el terremoto cesa. Me giro hacia Vita y Ashon, que están en el suelo, agarrados torpemente a un banco de hierro. El pequeño tiene los ojos cerrados con fuerza, pero Vita me contempla estupefacta; incluso detecto algo de miedo en sus ojos. Hubiera dado cualquier cosa por evitar que fuera testigo de la clase de poder que puedo llegar a tener, pero no tenía otro remedio.
Vita abre la boca varias veces, tratando de hablar, pero sin conseguirlo, hasta que finalmente logra murmurar tres palabras:
- ¿Has sido… tú?
No puedo evitar que la culpa y la vergüenza tiñan la mirada que le lanzo en respuesta, sin necesidad de asentir o contestar con un simple sí. En lugar de eso, levanto el brazo derecho, y la grieta que se ha abierto en la tierra se cierra. Sin decir nada más, echo a andar por las vías hacia el tren descarrilado. Por suerte, no iba tan rápido como para haber estallado, y realmente deseo de corazón que no haya habido heridos. No estoy muy seguro de que Vita fuera a mirarme de la misma forma si los hubiera.
::Nono::- Mensajes : 41
Fecha de inscripción : 12/06/2016
Re: Salem Center
- Dominic:
- El golpe me ha tomado tan desprevenido que no he tenido tiempo ni siquiera de gritar. Solo siento un tirón imaginario que me lanza contra una de las ventanillas. Me cubro a tiempo la cabeza para evitar que la sien me dé contra el cristal y en cambio mi codo es lo que se lleva el mayor impacto. El tren se sacude y se tambalea de nuevo. La gente grita y sale disparada. Yo permanezco mudo, con el corazón latiéndome entre los oídos, y el frenazo me lanza al suelo, donde caigo sobre mi estómago. Tengo la vista negra completamente. Escucho gritos y gemidos a mi alrededor , el sonido de los cristales partiéndose, de cuerpos golpeando los asientos y las paredes de la cabina del tren y la estructura metálica de este aún crujiendo de forma terrible y ensordecedora. Lo único de lo que soy consciente es de que el piso está inclinado y estoy a punto de rodar. De haber ocurrido esto apenas unos días atrás, hubiese creído que el tren se ha descarrilado por accidente. Pero ahora se que ha sido él. El hombre que me detuvo en la parada. Otro mutante ¿esto nunca se va a terminar?
Hago el intento de levantarme. A mi alrededor, cientos de fragmentos de cristal, por todas partes, la gente comenta casi a los gritos. Los mayores ayudan a los niños y a los ancianos; los hombres levantan del piso a las mujeres... es un caos. Pero no hay sangre. Ni parece haber nadie inconsciente. Una señora mayor hiperventila y una mujer que parece su hija le ayuda a calmarse... No puedo evitar el peso de la culpa. Si hubiese sido obediente y hubiese parado cuando el mutante me lo indicó, ahora esta gente no estaría pagando consecuencias.
Se que es cosa de tiempo antes de que suba al tren y me encuentre. Si vuelvo a correr, va a perseguirme. Si entra aquí... podría hacer daño a la gente aquí encerrada, sin escapatoria. Si solo hoy me hubiese quedado en casa... o en el laboratorio de Sveta. ¡¿Qué demonios está pasando?!
La puerta del tren se abre con un desagradable crujido metálico y allí está otra vez, el mutante. Por su mirada, se que ha sido él. Tiene los ojos fijos en mí; pero hay algo en ellos que me desconcierta por un momento... es ¿culpa?
Mira a nuestro alrededor, igual que yo lo hice hace unos instantes y parece estar cerciorándose de algo. Entonces devuelve la mirada a mi y avanza dos pasos.
Yo retrocedo... Pero entonces me quedo fijo en mi sitio. Y antes de que hable, avanzo otra vez y le encuentro a mitad de camino, mirándole de forma fija:
-No hagas daño a estas personas.
-Vendrás conmigo.
-Lo haré, pero no lastimes a nadie.
El hombre me mira con la boca en una dura linea:
-No pretendía hacerlo. -dice como última cosa, y camina fuera del tren. Yo le sigo, y me espera en la entrada listo para atajarme por si intento cualquier cosa.
La mujer no está con él, ni tampoco el chiquillo... Se que se trata de él, del chiquillo con el que me encontré en el callejón de la ciudad. Otro mutante. Otra víctima del extraño efecto de mi toque. Se que el mutante a mi lado no ha perdido los suyos. Lo se porque acabo de ser víctima de ellos.
-Hay que llamar una ambulancia -le digo cuando empezamos a caminar.
Su expresión parece contraerse ligeramente.
-¿Hay algún herido?
-No lo sé.
-La ayuda vendrá enseguida. No hay necesidad de llamar a nadie. -me dije. Me sorprende el hecho de que esté conversando conmigo. ¿Mutantes civilizados?
No puedo creer aquello. Es decir... podía creerlo de las personas que se sentaron a hablar conmigo en la sala de aquella extraña escuela de prodigios... pero no de un tipo que acaba de descarrilar un tren.
Al frente, la mujer espera junto al pequeño niño. Los ojos de ella parecen aterrorizados mientras que el chico aún parece lloroso. Suspiro intentando moderar mi respiración antes de hablar:
-No te seré de ninguna ayuda. -confieso- No se qué fue lo que hice; ni como remediarlo.
El hombre me observa duramente:
-No tengo tiempo de jugar. Sea lo que sea que hayas hecho, lo vas a revertir.
-¿Por qué le haría eso a un chico? Es decir... un mutante... pero un chiquillo al fin ¿para qué?
-Exacto. ¿Para qué? ¿para quien trabajas?
¿Qué espera que le diga? ¿Que trabajo para los militares? ¿para una división secreta que tortura y experimenta sobre mutantes? Contengo el impulso de reírme. A estas alturas mi mala suerte no puede parecerme otra cosa sino cómica. ¿Le miento? ¿le digo la verdad y espero que me crea cuando le diga que no tenía idea de donde me estaba metiendo y que no tengo nada que ver con ello? ¿que la mujer para la que trabajo no tiene la menor idea de que pasa sus días con un mutante en su laboratorio?
-Dile al chico que te cuente cómo ocurrió todo. Ni siquiera le estaba persiguiendo. Estaba escapando de otra gente. No tenía idea de que había mutantes en Salem. No tenía idea de que yo era un jodido mutante. No hasta hasta muy poco. -confieso, admitiendo finamente, para él, y para mí mismo, lo que antes no me atrevía. ¿Qué mas da? ¿hay forma de negarlo?- No se qué es lo que estoy haciendo. No se como funciona y no se cómo revertirlo. No puedo volver al chico a la normalidad. -me quedo pensando un momento en esa última palabra, considerando que tan acertada es en este caso.
El hombre se detiene frente a mí, y en ese momento, la mujer y el chico llegan junto a nosotros. Miro al muchacho, incapaz de darle las malas noticias. Espero a que lo haga el hombre junto a nosotros, pero en cambio dice:
-Vas a acompañarnos. Si intentas cualquier cosa, te atraparé. Sabes que correr no te servirá de nada.
Considero la opción de volver a hacer uso de estos poderes e inmovilizarlo. Pero ¿entonces qué? Parece que no importa a donde vaya, el hecho de que estoy metido hasta el cuello en este mundo, del que no tenía idea que siquiera existiera. Exhalo una larga bocanada de aire y asiento con la cabeza.
-Vamos. Vita, Ashon. De vuelta a la hostal -determina el hombre.
Ella asiente en una cabeceada y noto sus ojos fijos en mí. Otra mutante. La única cosa al descubierto son sus ojos, pero tienen un tono verde imposible. Casi como si brillasen.
LaurieCay- Mensajes : 48
Fecha de inscripción : 12/06/2016
Re: Salem Center
- Vita - Hostal:
—¡Te digo que no lo sé! —gime el muchacho cuando Seed lo sacude con fuerza en un intento de hacerle responder a sus preguntas.
—¿Quién te ha enviado?
—¡Nadie! —dice, cubriéndose el rostro como si temiera que Seed vaya a golpearlo. Ashon se ha recluido a una esquina de la habitación, todavía perplejo y devastado por la pérdida de sus poderes. Yo no puedo hacer otra cosa que observar la escena frente a mis ojos y empezar a cuestionarlo todo. Todo cuanto sabía, todo cuanto jamás imaginé…
—No soy un mutante —repite una y otra vez—. Juro que no lo soy. He vivido una vida completamente normal hasta ahora. Nadie me ha enviado, sólo vine a hacer unos recados cuando el chico apareció.
—Lucías bastante nervioso.
—Me metí en problemas —confiesa— Con un tipo al que le debía dinero, y estaba escondiéndome de él, por eso escapaba.
—Vas a decirme qué le hiciste al chico y cómo revertirlo.
—¡Te juro que no lo sé!
—Seed —lo llamo, y eso parece aplacar su ira. Harta de escuchar gimoteos y desesperada por una verdad que aplaque mis ansias, me acerco a ellos. Entonces me libro de la mascarilla y de uno de los guantes y el muchacho se queda perplejo al ver el interior oscuro de mi boca, mis labios amoratados y mis uñas de color negro— necesito que uses tu poder en mí.
El joven me mira pavoroso, como si hubiese firmado una sentencia de muerte; pero Seed no me hará daño. Me escruta con una mirada en busca de adivinar mis intenciones y entonces, tras un suspiro, mueve su mano y una enredadera de color verde intenso envuelve mi brazo hasta la palma de la mano. En mi palma florecen pequeñas flores amarillas. Le clavo la mirada al muchacho, para asegurarme de que está presando atención, y entonces, cierro los dedos alrededor de la enredadera y soplo levemente sobre los pétalos de las flores. Acto seguido, los péalos de un vivo amarillo se marchitan al instante, tornándose negros y encogiéndose sobre sí mismos como si fuesen capaces de sentir dolor. El resto de la enredadera, al contacto con mis dedos y uñas ponzoñosas sufre el mismo destino. Se retuerce y se consume hasta cobrar la forma de un alambre fino de color negro que, tras unos segundos, se desintegra alrededor de mi brazo y cae al piso a nuestros pies, reducido al polvo. De ese modo, convierto la vida creada a partir de los poderes de Seed, en muerte. El único propósito de los míos.
Sabiéndome victoriosa, devuelvo la mascarilla a mi rostro, pero no el guante a mi mano, y dejo que el muchacho frente a nosotros adivine la amenaza implícita en mi pequeña demonstración:
—Las plantas son delicadas. La piel puede tardar un poco más en desintegrarse; pero siempre lo hace. ¿Vas a decirnos ahora que fue lo que hiciste?
Seed me observa absorto, como si no me reconociera. Y lamento mostrarle lo peor de mí; aun cuando él me ha mostrado lo peor de él. No estoy segura de si él ha matado, así como adivino que tampoco sabe que yo he matado. A mucha gente; a veces por accidente, otras, porque no tenía opción. Y ahora, no la tengo. He de descubrir lo que se esconde tras esto. Podría ser mi única esperanza. Una esperanza con la que jamás en mi vida había podido soñar.
El muchacho está pálido y tembloroso. Una gruesa película de sudor le cubre la frente.
—Se los diré. —me dice, con ojos suplicantes—. Todo cuanto sé.
—No sabía que era un mutante. Todavía no puedo aceptarlo —dice con pesar—. Sólo sé que un día desperté como cualquier otro, fui a trabajar como cualquier otro, pasé a comprar un café y de pronto le había quitado sus poderes a un mutante sólo con tocarlo, aun cuando no sabía que este lo era, cuando confundieron nuestra orden e intercambiamos bolsas.
—Tú se los quitaste… y también a Ashon… —repito, intentando convencerme, sin dar crédito a mis propios oídos— ¿cómo? —exijo saber.
—No sé cómo lo hago, sólo pasa. Cuando toco a un mutante. Aunque no siempre funciona del mismo modo.
Seed me observa sin palabras. Estoy segura de que puede ver cuánto me desconcierta esto.
Hasta ahora nunca había confiado en nadie lo suficiente como para admitir que odio mis poderes con toda la fuerza de mi alma, y que de poder elegir no tenerlos, daría lo que fuera a cambio. Lo que fuera. Con ellos encontré un hogar y personas que me protegen, y si pierdo mis poderes, perderé aquello. Pero es un precio que estaría dispuesta a pagar.
Sin embargo, no puedo actuar impulsivamente. Todavía necesito de ellos para mantener a ralla al joven mutante hasta que devuelva a Ashon los suyos.
—Lo siento —masculla este—. No sé cómo revertirlo.
Ashon solloza, hundiendo el rostro en las manos. Seed parece aproblemado, noto que está a punto de empezar a usar la fuerza otra vez con el, atacado por una súbita ira, provocada por el sufrimiento del pequeño. Su actitud protectora logra conmoverme, pero no puedo permitir que dañe al muchacho que puede ser mi única respuesta.
—Seed —lo detengo, volviendo a ponerme el guante— Yo le creo.
Seed me observa perplejo. Pero después de comprobar cuan peligroso es su poder y saber que está frente a dos mutantes peligrosos, no nos ha dado ningún tipo de información relevante. Dudo mucho que estuviese dispuesto a arriesgar tanto por cuestiones de honor o deber.
Seed se asegura de atarle bien, usando firmes enredaderas para de esa forma encadenarlo a la silla sobre la que descansa y salimos los tres del cuarto, en compañía de Ashon.
—Debemos llevarle con Whisper. Todavía no estoy seguro de que nos esté contando la verdad. Con Whisper no tendrá opción.
—¿Aun cuando le hemos amenazado de muerte? Es solo un niño asustado que no sabía que tenía poderes. No servirá de nada.
—En todo caso —susurra Seed observando en dirección a la puerta, como si de ese modo pudiese ver a través de ella al muchacho— Un mutante con el poder de anular el de otros… a Whisper le interesará. Es un elemento valioso en nuestras manos. En las de otros, por el contrario, podría resultar en una amenaza. No podemos pasarlo por alto.
Percibo lo que intenta decir, leyendo entre líneas. Dada la particularidad de su gen mutante, o está con Whisper, o está en su contra. Y si está en su contra… si se niega a cooperar o resulta haber sido enviado por alguien del bando enemigo…
Niego con la cabeza. Whisper podría matarle. Obligarle a matarse y de esa forma quedar con las manos limpias. Seed lo sabe y el hecho de que lo avale hace que empiece a temer por la vida del chico. No solo por él, sino porque con él se esfumaría esa pequeña luz de fe que crece a cada segundo.
Analizo mis opciones. Si permito que mis intenciones luzcan obvias, podría acabar siendo una enemiga para Whisper también. Por lo cual, asiento con lentitud, a la vez que empiezo a considerar todos los caminos posibles. Necesito un momento a solas con el muchacho. Antes de que Whisper se vea involucrado en esto.
—Esperemos a mañana —sugiero.
—¿Por qué?
—No me siento bien, han sucedido muchas cosas —miento llevándome una mano a la cabeza—. Ni Ashon tampoco lo está. No hemos comido, no hemos podido descansar… Deja que el pequeño se calme. Y que el muchacho tenga tiempo de considerar las cosas y quizás más tarde nos diga algo más.
Seed parece dudoso, pero asiente pacientemente. El hecho de que parezca tan comprensivo hace que algo queme detrás de mis ojos y constriña mi garganta. El hecho de que estoy a punto de pagar su consideración conmigo, con una traición.
LaurieCay- Mensajes : 48
Fecha de inscripción : 12/06/2016
Re: Salem Center
*Después de todo el rescate de Blue
- Mara:
- Las lágrimas me surcan las mejillas, incansables, inundando el suelo a mis pies. Hacía tiempo que no lloraba tanto y tan seguido, tan estúpidamente, hipando, sorbiéndome los mocos, como una niña. Me siento patética.
Estoy acurrucada en el suelo sobre la acera, la espalda contra el muro, entre dos contenedores, tratando de pasar desapercibida, pero es plena mañana, y la gente que pasea por la calle haciendo sus quehaceres o rumbo a la estación para ir a trabajar a Nueva York no puede evitar mirarme al pasar cerca de mí y oír mi llanto. No quiero que me vean llorar. No quiero llorar. Pero no puedo evitarlo. Después de todo, Allan y yo tenemos formas diferentes de pensar, y está claro que no nos queremos lo suficiente como para abandonar nuestras creencias. Somos egoístas. Yo, por mi parte, sé que lo soy. Siempre lo he sido. Aquello que veía y quería, lo tenía. Primero fue Shane, luego fue Allan. Y cuando no tenía a nadie para consolarme, me lancé a los brazos del primero buscando consuelo. Y ahora sé que no está ahí para mí. Porque, por fin, ha superado lo nuestro. Sabía que no podría contar con él para siempre, pero, ya sí, no tengo a nadie.
Me paso la muñeca por la nariz, limpiándome las lágrimas y los mocos, y trato de serenarme. No quiero imaginar la cara que debo tener, con los ojos hinchados e irritados, la nariz roja y las mejillas húmedas. No quiero sentirme así. Quiero sentirme querida, importante. Quiero importarle a alguien, alguien que no tenga que elegir entre sus creencias y yo.
Entonces una persona viene a mi mente. Alguien que, como en la Mansión, estaría dispuesto a recibirme con los brazos abiertos. Pero me da vergüenza, teniendo en cuenta la forma en la que me fui. Sin embargo, Allan está vivo. Solo por eso, quizá pueda darle una oportunidad a ese lunático pirómano que tiene como subordinado.
Lo sopeso durante largo rato, y a cada minuto que pasa me voy convenciendo más y más. Lo que sí tengo claro es una cosa: no quiero estar sola.
Me termino de limpiar la última lágrima que estoy dispuesta a derramar por Allan, me pongo de pie y me encamino hacia la estación de tren.
Vuelvo a la Guarida.
Vuelvo con Whisper.
Vuelvo a casa.
::Nono::- Mensajes : 41
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